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ALIMENTAR, SANAR Y EDUCAR EN LAS ESCUELAS
por DANIEL HERRENDORF
Los altos índices de pobreza exigen buscar menos culpables y más soluciones. Los políticos no deben entretenerse en debates de pura abstracción, pues los hambrientos siguen, mientras tanto, sin comer.
El primer vínculo estable entre la sociedad civil y la prestación social es la escuela pública. La escuela gratuita de nivel pre-escolar, primario y medio debe recibir a los niños y adolescentes desde los 2 años hasta los 18 para educarlos, alimentarlos y sanarlos; el sistemas debe comprender doble escolaridad: las escuelas deben educar mental y físicamente, proveer cuatro comidas diarias a los estudiantes, y observar su salud con planes integrales de vacunación y seguimiento de las aptitudes psico-físicas de los chicos y adolescentes.
También debe preverse una amplia dotación de microbuses escolares que asuma la carga presupuestaria de trasladarlos, y el otorgamiento de todos los insumos necesarios para estudiar.
Tal desarrollo disminuiría la pobreza de manera concreta. Las familias que viven en la indigencia ya no tendrán que preocuparse por alimentar o sanar a sus hijos, pues la sociedad se hará cargo de ellos en sus escuelas, convertidas así en centros cívicos de contención familiar. De este modo disminuiría en absoluto la deserción escolar y el analfabetismo.
La situación laboral de los padres debe ser atendida asimismo en las escuelas, con especialistas que orienten hacia el encuentro de un trabajo digno y estable, pues el desempleo y el subempleo impactan muy desdichadamente en el ánimo y el desarrollo psico-afectivo de los niños. La escuela debe ser un centro de orientación familiar.
Difícilmente niños y adolescentes que reciban gratuitamente alimentación, saber, educación física, atención médica y contención psicológica, se vean tentados por el alcoholismo, la adicción o la delincuencia.
Al finalizar la enseñanza media la escuela debe promover la educación universitaria con amplios y generosos sistemas de becas que brinden recursos para concluir sus carreras de grado. De tal modo el estimulo por estudiar estaría siempre ofrecido.
El mandato de "crecer y multiplicarnos" no significa que seamos muchos y más gordos: importa universalizar el saber, proveer la nutrición integral y la salud individual. Niños sanos, nutridos y educados formarán generaciones de altísimo valor y dignidad.
Es éste el verdadero progreso, al que medimos falsamente de acuerdo a la tecnología. Lo cierto es que mientras existe el hundimiento en la pobreza, la tecnología es un decorado inepto que declara la mezquindad social.
Un niño con hambre desafía todo el sistema institucional y declara su fracaso.
Por supuesto que este programa tiene un alto costo fiscal y hay que pagarlo: si estamos organizados como sociedad debe ser para algo.
Si vamos a esperar a que el capitalismo "derrame" dentro de algunas décadas -cosa que no sucede hace 50 años- ¿qué comerán los pobres esta noche?
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