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24 de marzo: Día de la Memoria, Verdad y Justicia
por Tomás Goobar, Comunicador Social
Esta fecha es una de las más importantes para Argentina: un día para construir colectivamente una jornada de reflexión y análisis crítico de la historia reciente del país.
Este 2023 se cumplen 47 años del golpe militar.
Esta fecha fue establecida en el año 2002 por la Ley de la Nación 25.633, donde su artículo nº1 establece: “Institúyase el 24 de marzo como Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia en conmemoración de quienes resultaron víctimas del proceso iniciado en esa fecha del año 1976”.
Ahora, ¿qué sucedió durante la dictadura cívico-militar que inició el 24 de marzo del 76?
En la madrugada de ese día, los comandantes de las tres armas, Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti, a través de un golpe de Estado cívico militar derrocaron al Gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, quien había asumido la presidencia tras la muerte del General Juan Domingo Perón el primero de julio del año 1974.
El golpe se caracterizó por implementar un plan sistemático de terrorismo de Estado.
Todo esto se gestó y planificó en marco del Plan Condor, un sistema clandestino de coordinación represiva entre países latinoamericanos promovido por Estados Unidos, como parte de la doctrina de la seguridad nacional, que generalizó las dictaduras en toda América Latina con el fin de mantener el control sobre esos países durante la Guerra Fría.
El golpe de Estado dio comienzo al autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, golpe que sería conocido por ser el más atroz de la historia argentina con consecuencias catastróficas, entre ellas la más grave en materia de Derechos Humanos, la desaparición de 30.000 personas; donde se encontraban más de 600 trabajadores de la Educación.
El término “desaparecido” es utilizado, en Argentina, comúnmente para referirse a las víctimas del terrorismo de Estado de las cuales todavía hoy en día no se sabe su paradero. La desaparición de personas consistía en el secuestro, traslados a centros clandestinos, tortura de dichas personas, imposibilidad de comunicarse con el exterior, y se les asignaba un número y posteriormente, se les privaba de un entierro después de su asesinato. Si la persona secuestrada era una mujer embarazada, posterior al parto, se le arrebataba al bebé para venderlo.
Estos bebés, entregados a familias afines al golpe militar, también eran vendidos, puestos en adopción sin apellido con la complicidad de jueces y funcionarios públicos o simplemente abandonados en institutos como seres sin nombre. Hasta 2022 fueron recuperados 132 niños y niñas, hoy en edad adulta.
Las personas secuestradas eran enviadas a Centros Clandestinos de Exterminio, lugares que eran escuelas, fábricas, comisarías, cuarteles militares, etc. En estos lugares se llevaba a cabo toda tortura y asesinato.
Los detenidos eran sometidos a condiciones de arresto extremas tales como: aislamiento, malos tratos, escasos alimentos y mínima higiene. La tortura era el principal método para la obtención de información. La mujeres eran sexualmente ultrajadas con procedimientos que resulta preferible no describir.
El mayor centro clandestino de detención, tortura y desaparición fue La Escuela Mecánica de la Armada (hoy en día es el Espacio Memoria y Derechos Humanos). Se estima que alrededor de 5000 personas fueron torturadas, asesinadas y desaparecidas en ese establecimiento y que en la sala de maternidad clandestina nacieron aproximadamente 34 bebés.
Otro vil método utilizado durante la desaparición y exterminio de los secuestrados eran los llamados “vuelos de la muerte”, donde las personas privadas de su libertad eran trasladadas de noche hasta el Aeroparque Jorge Newbery y otros aeropuertos del país y desde este último hasta el Rio de la Plata. Los vuelos eran realizados en aviones civiles Fokker F27 Friendship por integrantes del ejército, gendarmería y la policía federal. Las víctimas eran arrojadas y morían ahogadas.
En el interior de estos aviones viajaban los secuestrados por militares, quienes eran sedados, estaban atados de las manos o se les ponían sacos de rocas atados a ellos. En medio del vuelo, se abría la escotilla y los secuestrados eran lanzados al río. Se estima que el número aproximado de asesinados de esta manera fue de 5000.
El golpe militar también se caracterizó por la amplia censura en todo tipo de diciplina. Escritoras como María Elena Walsh o artistas como Pink Floyd o Mercedes Sosa fueron completamente prohibidos. Todo esto fue parte de un plan sistemático contra todo tipo de expresión nacional, popular, libre, política y joven.
La dictadura argentina llevó a cabo ataques a la cultura nacional censurando libros, películas y revistas con el fin de borrar todo recuerdo sobre una Argentina nacional y popular. Pero sobre todo se prohibieron miles de canciones con el objetivo de evitar, en palabras del mismo dictador Videla “cualquier lavado de cerebro, confusiones a nuestra juventud y desapegos a nuestros valores tradicionales”.
Todo lo contado anteriormente es sino una muestra de cómo se manejaba el estado militar, a través del miedo y la censura, lo que llevó a que la población tenga miedo de reclamar, salir a la calle o siquiera intentar enfrentar al gobierno de facto. Para evitar que se formaran grupos o altercados, el gobierno militar decretó la prohibición de reuniones de más de tres personas.
Sin embargo, de entre todo este ciclo de miedo, hubo un grupo de mujeres que decidieron enfrentar al gobierno militar de Argentina, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Este grupo se conformó en 1977 para demandar el retorno de sus familiares desaparecidos durante la dictadura.
Estas mujeres se reunieron por primera vez en la Plaza de Mayo el 30 de abril de 1977 con la esperanza de llamar la atención de Jorge Rafael Videla, el entonces líder de la junta militar que gobernaba el país. Las Madres y Abuelas de las víctimas empezaron a congregarse en la plaza, caminando alrededor de la pirámide central como gesto de burla por la prohibición de reuniones de más de tres personas.
Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo son reconocidas por su distintivo y característico pañuelo blanco, que llevaban atado al cuello. Originalmente utilizaban los pañales de tela de sus hijos y nietos. La primera vez que se cubrieron la cabeza con ellos fue frente a la Basílica de Luján, buscando distinguirse de los otros miles de personas que habían peregrinado hacia el lugar. Pronto empezaron a utilizar los pañuelos blancos en otras manifestaciones por los derechos humanos en Argentina hasta que se convirtió en un emblema de la lucha por el retorno de los desaparecidos.
Si bien es imposible reconstruir toda la historia que vivió el pueblo argentino durante la dictadura en un artículo, también tenemos que entender que el objetivo de este escrito es dar a conocer un poco de lo que se vivió durante estos años, cómo fueron vulnerados los derechos humanos, la libertad de expresión y miles de derechos más.
Recalcamos que el día 24 de marzo de cada año no es un día festivo ni conmemorativo, es un día para hacer memoria por aquellas personas que no están, por aquellas que a pesar del miedo de ser desaparecidas y asesinadas se atrevieron a enfrentar con palabras a un gobierno militar que les respondía con balas y tortura y sobre todas las cosas, es un día para recordar la historia y evitar que se vuelva a repetir, en Argentina o en cualquier país del mundo.
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