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Legendario acontecimiento acaecido un 8 de marzo de hace más de un siglo. Detonador de muertes imprevistas, calamidad que bajo algunos indicios se vislumbraba. Tragedia padecida por un grupo de mujeres, quienes encabezando un movimiento de lucha contra la marginación, segregación y menosprecio buscaban un nuevo horizonte digno para el despliegue de su quehacer.  

Transcurridos más de cien años, patéticamente la actualidad insiste en mostrarnos lo abyecto que acompaña a la con-vivencia humana. Vaivén trágico de la complejidad de los vínculos que excediendo los lazos sociales se extiende también a la relación con la naturaleza y con el planeta.

En este último devenir de la historia, la ilusión puesta en el progreso infinito, bienestar pleno, felicidad total, se ve golpeada diariamente, por no decir a cada instante, por sucesos y acciones que mantienen en su actualidad la frase de Freud “no hay desarraigo alguno de la maldad”.  Resto que excede a todo proceso de socialización y hace fallida toda política basada en una exclusiva intención de mantener una armonía estable entre los sujetos, grupos, instituciones.

Hechos violentos y mortíferos bajo múltiples escenarios, guerras cruentas, violencias sociales, maltratos familiares, son moneda corriente. Ante ellos sostener a las mujeres como las únicas víctimas y/o testigos de estos padecimientos sería asumir una perspectiva reduccionista y selectiva. Posición empobrecedora de toda tarea guiada por un dinámico proseguir reflexionando sobre su particularidad.

Por tanto, la complejidad de este tiempo parece requerirnos asumir una mirada que a la vez que afiance y revalorice a las mujeres en su capacidad de acción y transformación les permita descubrir, sostener y elegir esas modalidades singulares que las constituyen.

En suma, esta nueva Conmemoración nos renueva el compromiso que requiere   promover en las mujeres todo aquello que les permita forjar su camino en el uso de esa libertad necesaria para tomar sus propias decisiones. Ejercicio instituyente de todo ser humano.

                                                 “Me desagrada que una criatura se crea capaz de calcular y preveer mi deseo adaptándose mecánicamente a lo que supone ser mi elección”

                                                                                                     Marguerite Yourcenar                                       

 Consejo de la Mujer del Instituto Internacional de Derechos Humanos-América.